martes, 12 de diciembre de 2017

Senderismo gráfico entre Ta Ping y Sapa



Sapa es una localidad situada en el noroeste de Vietnam, muy cerca de China. Se trata de una zona montañosa, una región atractiva, escarpada, aislada y remota, muy conocida por sus llamativas terrazas de arroz, por los impresionantes paisajes de montaña y por la variedad de grupos étnicos que habitan el entorno.























Sapa y los alrededores son muy tentadores para hacer trekking y para pasear sin prisas por senderos  que discurren entre arrozales y atraviesan pequeños poblados en los que se puede apreciar de cerca el transcurrir cotidiano de las distintas etnias de la zona. El paisaje es de una belleza única y vale la pena perderse entre esos caminos que bordean las terrazas de arroz labradas a mano. En el trayecto siempre aparecen niños pequeños que juegan solos. Caras sucias que miran a los forasteros con curiosidad. Sus padres trabajan en los cultivos. Las mujeres con tocados de colores, la mayoría rojos, en la cabeza. Son de la etnia Hmong o Dao Do. Todas sonríen. Un momento y unos lugares muy apropiados para sacar la cámara o el móvil y hacer fotografías de recuerdo.


Aunque la gente es atenta y no manifiesta ningún tipo de rechazo, aquí y en cualquier otro lado, cuando uno interfiere con la población local sale a flote el papel del turista, la intromisión en las vidas ajenas, la agresión de las cámaras fotográficas y el derecho de estas gentes y de todo el mundo a mantener su intimidad.






Por una parte es bien cierto que somos gentes extrañas, intrusos, seres ajenos que se cuelan sin permiso en su hábitat, que interfieren en su actividad y en alguna medida alteran sus vidas. Por otra es verdad también que nuestra presencia supone una inyección económica en la zona y en las personas que es muy necesaria y muy bien recibida. Posiblemente la postura adecuada sea la del decoro, la del respeto, la que suponga la menor injerencia y la que favorezca algún tipo de contrapartida o intercambio.


En el tema de la fotografía, no suelen resultar impertinentes las fotos genéricas en las que las personas forman parte accidental de la toma, pero sí hay que tener cuidado en aquellas en las que una o unas personas son protagonistas por lo que hay que enfocarlas directamente, con lo cual pueden sentirse agredidas o utilizadas. En esos casos suele dar buen resultado pedir previamente permiso, sin más. Normalmente funciona. Otra fórmula interesante es empezar por romper el hielo inicial, que no lo interpreten como un robo de imágenes, entablar conversación, tomarlo como un intercambio, una conversación para darnos a conocer, satisfacer la curiosidad de la persona acerca de nuestra procedencia, el objeto de nuestra visita y nuestros deseos de acercamiento. Normalmente tras esa puesta en común el momento fotográfico suele aparecer con naturalidad y sin problema alguno.




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